A partir de la primavera y durante todo el verano, en nuestro entorno comienzan a florecer los campos y parques y empiezan a crecer las llamadas "espigas". Cuando éstas se cortan de forma mecánica o se secan, se desprenden las semillas, de forma que cuando paseamos con nuestros perros o se restriegan encima de ellas, éstas se pueden introducir en diferentes orificios: nariz, ojos, oídos, incluso a través de la piel, convirtiéndose en uno de los principales enemigos de nuestra mascota en esta época.
Las zonas más susceptibles de encontrar las espigas son oídos, boca, nariz, prepucio, vulva, espacios interdigitales, pliegues de la piel, etc
Como las espigas tienen forma de flecha, lo que hacen es avanzar y nunca retroceden debido a que se abren a modo de paraguas, por lo que una vez que se clavan y penetran en la piel pueden llegar a recorrer varios centímetros, por ejemplo, penetrar por el espacio interdigital y sacarlo a nivel del carpo, a varios centímetros del punto de entrada.
La presencia de cualquier cuerpo extraño en el organismo provoca un malestar importante al animal, que si no se soluciona en las primeras horas se puede llegar a desarrollar patologías graves, como la perforación ocular con infección, abscesos en los puntos de entrada (boca, espacios interdigitales,...) provocando en muchas ocasiones la necesidad de extraer la espiga por medio de sedación, o incluso cirugía.
Los síntomas aparecen de repente y casi siempre después de un paseo por zonas con este tipo de vegetación.
OÍDO:
veremos que nuestra mascota agita la cabeza bruscamente, no cesa de rascarse, mostrará dolor al tocarle la oreja e incluso puede quejarse por medio del lloriqueo. Si nos encontramos en esta situación hay que acudir al veterinario enseguida, porque cuanto más tiempo pase, más dolorido estará el animal y más profundamente encontraremos la espiga, por lo que habrá más riesgo de tener después una otitis e incluso en ocasiones una perforación del tímpano.
OJO:
cuando las espigas se introducen en los ojos, se quedan alojadas dentro del párpado o bajo el tercer párpado. Notaremos que el animal tiene el ojo medio cerrado e inflamado, con secreción amarillo-verdosa, malestar, se frotaran con las patitas el ojo afectado, e incluso provocar una úlcera corneal. No dejará que le toquemos por el dolor que les origina. Para explorar el ojo y quitar una espiga puede ser suficiente usar un colirio anestésico, pero a puede no se suficinete y tener que sedar a la mascota.
BOCA:
Percibiremos en nuestra mascota chasquidos, babeo y en ocasiones sangrado, pudiendo llegar incluso a no querer comer por malestar y dolor que le provoca la espiga. También puede darse el caso en el que la espiga alojada en la boca sea tragada, lo que puede dar lugar a su posterior alojamiento en pulmón con lo que la complicación del caso es mucho mayor.
NARIZ:
veremos estornudos repentinos fuertes y constantes, en consecuencia puede haber presencia de sangre. Intentará frotarse el hocico con las patas. Puede ocurrir que lo que haya provocado esta irritación haya sido expulsado, pero debemos tener presente que en el caso de que este alojada en los orificios nasales reviste de importancia en cuanto a tiempo de permanencia, ya que la continua inspiración provoca la penetración cada vez mayor de la espiga y en ocasiones se hace imposible retirarla y empeoran los síntomas. Recordad que este tipo de exploración no es nada sencilla, por lo que se requiere la sedación del animal que facilite la visualización de la espiga y su posterior extracción.
ESPIGAS INTERDIGITALES: son muy frecuentes. Veremos un lamido insistente de la/s extremidad/es, rubor, inflamación en la zona y cojera. El problema es que si los dueños no le dan importancia y no acuden rápidamente al veterinario, dejan pasar el tiempo y la espiga estará profundamente clavada con lo que sólo veremos un absceso más o menos voluminoso. Lo que habrá que hacer entonces es abrir la lesión e intentar quitar la espiga con unas pinzas, lo cual no siempre es fácil.
Dado que la manipulación es dolorosa, necesitaremos sedar al animal para su menor sufrimiento y nuestra mejor manipulación.
PLIEGUES DE LA PIEL: En otras ocasiones las espigas se podrían clavar en la piel con posibles migración a otras zonas del cuerpo, provocando abscesos recurrentes que pueden tardar meses en ser controlados.
Por todo ello y a modo de resumen, una vez localizada la espiga o el punto de entrada, acudir lo antes posible al veterinario que valorará las opciones que hay para sacar la espiga, teniendo que llegar en la mayoría de las ocasiones a la sedación completa del animal para llevar a cabo una extracción satisfactoria.
Después siempre será necesaria una terapia antibiótica para curar las lesiones secundarias que produjo la espiga.
Y por último, en época de espigas os aconsejamos una buena exploración del animal después de un paseo por el campo, sobre todo en las zonas más problemáticas (orejas, patas,...) para detectar la presencia de espigas que tan malas consecuencias pueden traer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario